el sacrificio de mara

Eran más o menos las tres de la tarde, y Laura estaba en el frente de su casa en Punta del Diablo. Le llamaron la atención los desesperados ladridos de Mara. Laura se acercó a la perra para ver qué le pasaba, y luego todo pasó en un par de segundos: lo que pensó que era una montón de bosta de caballo se transformó de pronto en una enorme crucera, enroscada sobre su cuerpo en posición de ataque, a un metro de sus pies. Mara fue la que reaccionó, interponiéndose entre la serpiente y Laura, y recibiendo dos mordeduras. Nada se pudo hacer por ella; murió poco después en brazos de sus dueños, el Chelo y Laura. Y vale esta historia en este momento en que el tema de los perros está tan candente en Aguas Dulces. Yo no puedo sacarme de la cabeza el hecho de que Mara era perfectamente consciente del peligro al que se expuso voluntariamente, para evitárselo a Laura. Personalmente he visto muchas veces a perros mostrando curiosidad por culebras inofensivas, acercándoseles moviendo la cola, como jugando. Nunca atacando ni advirtiendo a la gente. Mara sabía que ese animal era peligroso, y sabía que no iba a salir bien de esa pulseada. Y por eso el brindis que hacemos hoy por ella. No por la perra que se sacrificó por sus dueños; eso sería interpretar las cosas desde un punto de vista cruelmente simple, sino por el ser que se arriesgó, y perdió su vida, por defender a un amigo. No conozco humanos capaces de una actitud de tanta nobleza. Y mal que me pese debo incluirme en esa lista.