Estábamos remoloneando para dar la noticia porque manteníamos una prudente espectativa sobre los cambiantes planes del protagonista de este posteo, pero ahora es oficial: volvió La Botica del Gordo. El conocido establecimiento de la noche de Aguas Dulces está nuevamente abierto. Su titular, el Gordo, se vino desde Buenos Aires de visita y ya no se pudo ir más. Se lo habíamos adelantado; no puede prescindir de la arena en los zapatos, ni de dormirse con el ruido del mar y levantarse a la hora que se le cante, de la pizza con berberechos juntados por uno mismo, del cielo lleno de estrellas, de los partidos de truco con los vecinos ni de la charla, mentiras de pescador incluidas, con los visitantes ocasionales. Y, con todo el respeto que me merecen los porteños: ¡andá a encontrar eso en Güenos Aires, andá!
Nosotros agradecidos por ese retorno a la sensatez. En la foto, tomada anoche, podemos ver que La Botica no presenta el mismo aspecto del verano, obviamente, cuando está lleno de gente bebiendo y cantando; ahora es de los parroquianos, como el Capitán Calimares que nos dejó anoche una montaña de anécdotas de sus años mozos.
viernes, 11 de julio de 2008
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