Casi terminó la temporada. El pueblo ya tiene su cara del resto del año. Solamente quedan visitantes tardíos, esos que no se pudieron tomar las vacaciones al mismo tiempo que todo el mundo. Y la Semana de Turismo, último bastión de la vida veraniega. Y luego la paz de siempre, y los líos de siempre entre los conocidos de siempre.
El verano trae gente que no conoce. No conoce el balneario, ni conoce a sus habitantes y sus hábitos. La mayoría (queremos creer) actúa de buena fé, pero el desconocimiento los hace hacer cosas raras. Hace unos días Néstor entró al mar como siempre, a correr alguna ola. Estaba sentado en su tabla algo más allá de la linea de rompientes, esperando la ola del día, cuando unas señoras desde la costa pensaron que se estaba ahogando. Es raro ¿no? Un tipo con traje de neoprene, sentado plácidamente en una tabla... Lo cierto es que las señoras llamaron a Prefectura para salvarle la vida a Néstor, que cuando salió del agua, con cara de estupor vio como era abordado por un grupo de señoras que le preguntaban ansiosamente si estaba bien.
Las señoras pensaron realmente que estaban haciendo la obra del día, ayudando a un semejante en peligro, sin considerar que semejante grandote, sentado en una tabla y sin hacer ningún gesto con los brazos para pedir ayuda no estaba queriendo ser rescatado.
Aplaudimos la voluntad de las señoras; en un mundo donde vemos como asaltan a uno a nuestro lado y damos vuelta la cara ese gesto es sumamente gratificante. Pero señoras, antes de llamar a Prefectura consulten a un guardavidas, o a otras personas en la playa.
Y vos, m'hijito, a ver si no te vas tan a lo hondo. ¡Qué necesidá!
miércoles, 5 de marzo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario