Las autoridades, el Estado, van creando un marco propicio para el asentamiento de gentes en el territorio. Ese marco tiene al principio un determinado "status militar"; todo allí se medía en función de la actividad militar. Los fuertes Santa Teresa y San Miguel, las guardias, las pulperías y conglomerados de gente en torno de los fuertes. En ese marco se van gestando luego dos concepciones en lo que hace al poblamiento de la campaña: una sostenida por Félix de Azara, el que manifiesta: "...Por supuesto que no se ha de formar pueblo alguno porque éste es imposible que subsista, sino que cada familia ha de hacer la casa en su propia estancia; bien que se señalen sitios oportunos para cuando se haya de hacer las capillas en cuya inmediación podrá fabricar casa el que quiera, y los pulperos."
Según lo que expresa, Félix de Azara distingue dos momentos: primero, la colocación de las familias en las estancias; y segundo, la posterior formación de la capilla, en cuyos alrededores podrán hacer casa los vecinos que quieran y los pulperos. La postura de Azara se manifiesta claramente en la no formación de pueblos. Acorde a lo que eran anteriormente las directivas legales, el apunta a poblar las tierras, ubicando a las familias pobladoras en estancias; luego la formación de capillas y en torno a ellas ir congregando a la gente. Azara apostaba a la creación de las estancias y la explotación del ganado. Veamos lo que dice: "Con estos antecedentes y experiencias (los pueblos formados en la Banda Oriental tales como Pando, Minas, San José, Santa Lucía), es fácil entender que es inútil cuanto se ha pensado en materia de pueblos, porque sustituirían en pie labrador, y lo que conviene es poblar al estilo del país, esto es: fomento de la población, arreglo y distribución de las inmensas campañas que tenemos inútiles. Con esto se debieron y deben ocupar las tales familias, distribuyéndoles tierras para estancias o dehesas sin formar pueblos, porque estos se oponen derechamente al ejercicio pastoril que exige tener a la vista los ganados".
Una forma distinta de ver la población de la campaña la tiene el Ministro de la Real Hacienda, Rafael Pérez del Puerto. Cuando procedía a verificar las diligencias preparatorias para la formación de la Villa de Nuestra Señora de los Remedios de Rocha, sugería a la superioridad la conveniencia para el caso de sobrar familias pobladoras, el establecimiento de otro pueblo en la campaña, en el que se podrían colocar no solo a esas familias pobladoras peninsulares sino también "...de otros del país que andan sin destino", y aconseja formar pueblos por dos sistemas: "Esto es, uno en terrenos inmediatos y ya poblados, como es el de Rocha, y otro... en la campaña, en el paraje y distancia que según las circunstancias, seguridad, intereses de la religión con respecto a los indios infieles y al Estado, pareciese más conveniente".
Hemos querido, al repasar algunos aspectos en lo que fue el criterio de las autoridades en los procesos de fundación de los pueblos de nuestra campaña, más que nada hacer un rastreamiento de la situación social de los paisanos de nuestra campaña en aquellos tiempos. Allí coexistían intereses de Estado (mantenimiento de la frontera), explotación de los recursos naturales (el ganado), población de la desolada campaña (ocupación de un territorio en conquista por parte de la Corona Española), intereses religiosos (conversión de los "infieles"), etc.
Y junto a la llegada de españoles y portugueses, particularmente, también está presente la etnia negra, y la indiada, y el mestizaje. También, en el caso particular de Castillos, se nutre con individuos llegados a través de los naufragios, un no despreciable aporte a nuestra población local.
1 comentario:
!!al fin !!aparecieron las cronicas. algo que entretiene y interesa.gracias ,mirta miraglia.
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