Pasó el peligro. El mar sigue alto, pero llegando sin fuerza. Mejor así, que se mantenga un rato alto porque es en este momento cuando empieza a depositar algo de la arena que sacó. En las cañadas se ven los restos de madera de las defensas, como las que se ven en la imagen del Saranac en primer plano, y el Pa'Qué Más más atrás, destruídas al cumplir su función. Hasta escaleras enteras flotan entre los restos.
Hoy la playa, la poca que hay, muestra las consecuencias del golpe de mar; la arena que se fue dejó al descubierto las estructuras de antiguas casas, caídas hace años por otros golpes, y que en verano pemanecen escondidas en su madriguera de arena. Allí abajo, por donde la gente camina o se tira a tomar sol. Hoy la imagen nos recuerda montones de pequeñas tragedias pasadas, de lágrimas de impotencia de la gente que le tocó en suerte ver cómo la casa de sus sueños era destruída por el mar amigo, por ese mismo mar que los trajo hasta allí y que es totalmente indiferente a nuestra presencia. El siempre va a hacer lo que tiene que hacer, sin maldad ni bondad. Somos nosotros los que debemos aprender eso.
sábado, 25 de julio de 2009
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