Pero estuvo lindo el pueblo en estos días, bastante gente aunque el frío fue de los que se recordarán por un buen rato. El club, con la estufita estuvo a pleno. Por momentos parecía verano pero con la gente con bufandas.
Mañana se termina el recreo, y volvemos a ser los de siempre; sin amables caras desconocidas. A diferencia de cuando era chico, el fin de las vacaciones no me produce angustia, sino una agradable sensación de pertenencia. Pertenencia a un pueblo que elegí para vivir, y en el que me sigo quedando cuando los demás se van. Es bueno encontrar un lugar así en el mundo, al menos una vez en la vida.
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