inviernos en la arena

Ya era hora. Tantos años mandando a nuestros estudiantes a lugares exóticos en las vacaciones de invierno, lugares con costumbres extrañas, no diseñadas para uruguayos... Yo me preguntaba, por ejemplo, cómo hacían los pobres chicos para esquiar con el termo y el mate abajo del brazo. ¡Pero, ¿qué necesidad?! Bueno, parece que algunas agencias de turismo de Montevideo se dieron cuenta de que la playa también existe el resto del año, y están pensando en apuntar sus miras hacia aquí. Yo creo que puede andar; habría que explicarles a los muchachos que no es necesario que traigan el traje de baño, que la playa da para mucho más que tirarse al sol embadurnados en cremas caras. Los que vivimos aquí lo sabemos. El invierno es tiempo de pingüinos y ballenas, de fueguitos en la estufa y comidas calientes compartidas con amigos.
Pero notamos con tristeza que estas agencias desconocen un lugar llamado Aguas Dulces. Nada, ché. Buscamos por todos los rincones de los afiches que nos mandaron, pero no, no aparecemos ni como bebida del menú. Igual nosotros le damos pa'delante. Ya serán los propios chicos los que clamen por nosotros, cuando se enteren de que el agite está aquí; en la Botica del Gordo, en el Club, en lo del Chacarita (ahora de Gastelú y Sonia). Nosotros igual esperaremos esos ómnibus llenos de adolescentes bullangueros que le cambien un poco la cara al letargo del invierno. Aunque sé de un par de vecinos a los que la noticia no les hará ni pizca de gracia.