miércoles, 16 de julio de 2008

por qué no me gustan las motos

Una cosa que me llama la atención es lo siguiente. Usted habrá notado, me imagino, que acá hay casi más motos que gente. En Aguas Dulces no tanto, pero en Castillos todo el mundo tiene una motito. Para hacer los mandados o pequeños desplazamientos. Algunos la usan así nomás, a la antigua, pero otros utilizan todo el equipamiento reglamentario. El casco, por supuesto. Lo que no entiendo es por qué nuestros conocidos, cuando se cruzan con uno en la calle y ellos van en la moto con el casco puesto, se empeñan en saludar alegramente, tocando bocina y agitando una mano. Quiero decir: entiendo que quieran saludar, eso está muy bien, es un gesto simpático, pero ¿no ven que uno generalmente no tiene la menor idea de quién se oculta en ese casco? ¿Cómo no se dan cuenta? Si nos cruzamos con Batman, por ejemplo, y éste saluda, uno sabe que adentro tiene que estar Bruno Díaz. No hay vuelta. ¿Pero adentro de un casco? El motoquero debería darse cuenta de que uno tiene mejores preocupaciones que andar haciendo un inventario de los colores y diseños de los cascos de los amigos. O de sus motos. Me atrevo a ser tildado de paranoico con el siguiente concepto, pero probablemente lo hagan de gusto; que disfruten de la cara de tonto que le dejan a uno al responder el saludo sin tener ni la menor idea de quién es el destinatario. Porque eso sí: siempre respondemos. No sea cosa de quedar como un maleducado con alguien que apreciamos. Y una vuelta más de tuerca: no descartemos el hecho de que haya gente que salga encascada a saludar a desconocidos para reirse un poco a sus costillas.
Por eso no me gustan las motos.

Pero este caso es diferente: cuando la moto es utilizada como herramienta para mandarse un viajecito de este calibre, a uno le entra como una especie de sana envidia. Y le da ganas de comentarlo. Pasó ayer por Aguas la gente de "Cuatro Tornados al Sur", cuatro venezolanos que, con motivo de la celebración del 40º cumpleaños de uno de ellos, decidieron dar una vueltita por América del Sur en cuatro motos Honda Tornado. ¡Y pensar que hay gente que hace una torta con 40 velitas, unas cuantas cervezas y se da por festejada! Carlos (el cumpleañero), Coral, José Manuel y Marta salieron de Venezuela por Santa Elena de Uairén a finales de junio, y ahora andan por Rocha. ¡Qué lo tiró! Les deseamos desde estas páginas feliz viaje, y si alguien quiere saber por dónde andan, pueden visitar su sitio: www.4tornadosalsur.es.tl
Foto gentileza del señor Cebolla Magallanes

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Se podría agregar a tu comentario lo desagradable que puede resultar el ruido de una 50... es increíble que la moto más chica( y más popular lamentablemente) sea la que haga el ruido mas grande.
Y ya que estamos podríamos mencionar a los que te cruzan con el auto con las luces encendidas mientras vos venís caminando, esos si que si te saludan no te vas a enterar quien era salvo que les conozcas el ruido del motor o te des media vuelta para junar el auto; luego de secarte los ojos por la irritación de los focos.
Cosas de pueblo...

Anónimo dijo...

y cuando estás surfando y los lobos marinos no ponen los señaleros, uyyy!! que cosa que me calienta, aparte esos bichos son duros para darse contra ellos.Por eso las tablas de surf tienen punta para que los lobos y los chancletas pongan señalero al doblar si señor