camaronada

Empezó la zafra de camarones, esos bichitos feísimos de aspecto pero lindísimos de gusto. ¡Caros como novia rubia!. Si usted se cuenta entre los que gustan de los camarones, pero al igual que nosotros tiene un presupuesto limitado, no debe perderse la oportunidad de darse una vueltita por el Puente Valizas (km. 267 de ruta 10), asentamiento de los pescadores que entran a la Laguna de Castillos a buscar el preciado animalillo. Los precios que puede conseguir en el Puente andan, más o menos, en la cuarta parte de lo que los bichos valen en Montevideo, y además, si usted no teme levantarse temprano y llega al Puente a eso de las 7 de la mañana, cuando los pescadores están llegando de su jornada de trabajo, puede que se los lleve, no ya frescos, sino ¡vivos!
En el Herald decidimos hacer un homenaje a estos sacrificados pescadores, y nos se nos ocurrió mejor forma que juntarnos a degustar unos tres kilos de estos simpáticos crustáceos, ayudados a ingresar a nuestro sistema digestivo por un vino blanco de esos que parecen de mentira de lo buenos que están. Usted no nos va a creer, pero sobró más de un kilo de los tres disponibles, hecho curiosísimo si se considera la sobrenatural capacidad de ingestión de la mayoría de los presentes, y de las artes del Cabeza, que sabíamos que era cocinero, pero no COCINERO, así, todo con mayúsculas. Ya hay una paella organizándose para hoy de noche, a fin de no desperdiciar los ingredientes sobrantes.
En la imagen vemos al Cabeza preparando la primera de las cuatro tandas, mientras fuera de escena los demás esperamos pacientemente, vaso en mano, a que los bichos se pongan rosaditos. Prometemos para los próximos días la receta empleada, y otras que enriquecerán el Rincón Culinario de esta publicación.