Pasó el pampero, pero toda la arena que el mar había ahorrado en la playa en los últimos meses se la gastó ayer en unas pocas horas. Se llevó más de un metro de arena en algunas partes, y golpeó fuerte en algunos lados más expuestos, lo que no se veía desde el invierno pasado.
Particularmente trabajador estuvo el mar a la altura de la casa de Hugo Lujambio, padre del Chelo. Y justo allí enfrente aparecieron de nuevo, más aún que en el verano pasado, los restos del Junior, un bergantín que naufragó en 1869 y del que aún se puede ver el casco de madera. Ahora hay que rezar para que ningún egoísta agarre algún pedazo para adornar su chimenea.
lunes, 5 de noviembre de 2007
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