
Particularmente trabajador estuvo el mar a la altura de la casa de Hugo Lujambio, padre del Chelo. Y justo allí enfrente aparecieron de nuevo, más aún que en el verano pasado, los restos del Junior, un bergantín que naufragó en 1869 y del que aún se puede ver el casco de madera. Ahora hay que rezar para que ningún egoísta agarre algún pedazo para adornar su chimenea.
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