lunes, 29 de octubre de 2007

basura

Curiosidades de una sociedad civilizada, o no tanto. Cansados de que los perros se metieran en los contenedores de basura y desparramaran bolsas y contenido por los alrededores, un grupo de vecinos diseñó, proyectó y realizó un modelo del basural perfecto. A prueba de perros, cómodo para usuarios y recolectores, y hasta lindo de aspecto. Se construyó con la mano de obra voluntaria de los vecinos, y se instaló, este primero ya que la idea es hacer unos cuantos más, en un lugar céntrico considerado por ser uno de los puntos más usados para ese fin.
Hasta aquí todo bien. Pero ayer pasamos frente al lugar del basural y nos encontramos con un singularísimo hecho: dos bolsas de basura habían sido arrojadas sobre el techo de uno de los puestos que los artesanos utilizan en verano, unos veinte metros atrás del basural recientemente construido.
Ensayamos algunas respuestas para buscar una explicación lógica a un hecho que me temo que no tiene:
1.- Que al ser el basural nuevo, y de diseño tan futurista, el responsable del hecho no lo haya reconocido como tal, y ante la aparente ausencia de un recipiente adecuado, hubiera arrojado las bolsas en el único lugar que pensó que no se verían. Esto mostraría hasta buena intención.
2.- Que el basural es tan lindo que al sujeto le haya dado lástima ensuciarlo con bolsas de basura, sin considerar, inexplicablemente, que fue construido para tal fin.
3.- Que el hecho es consecuencia de la enemistad entre el arrojador de la bolsa y el propietario del puesto, una especie de "tomá, gil" anónimo, que poco y nada tuviera que ver con la recolección de residuos.
4.- Que el propietario del puesto, ante la ausencia de otros materiales, las haya puesto allí con el propósito de asegurar el techo.
5.- Nuestra preferida: que las bolsas fueran arrojadas por alguien que hubiera tomado una excesiva dosis de vitaminas; en realidad quiso arrojarla hacia adentro del basural, pero con tan desmedida fuerza y mala fortuna que las bolsas volaron sobre éste yendo a parar al techo del puesto, veinte metros más allá.
De todos modos parece más lógico que se trate de algún mugriento, nomás. Podría ser de un visitante ocasional que le pareció graciosa la picardía, o peor aún (y eso es lo que varios tememos) que tengamos un enemigo entre nosotros.
Si es así, tenga cuidado amigo: los vigilantes ojos del Herald estarán atentos día y noche, y guay si lo pescamos in-fraganti y con la cámara en la mano, porque el escrache, con nombre y apellido, puede resultar de esos que se recuerdan por años.

Siguiendo en el tema, esta parece más simpática. El cartel está ubicado en el punto donde estaba el antiguo basurero y, para los que puedan no entenderlo, indica la distancia en metros y señala la dirección del emplazamiento del nuevo.
Seguramente producto de la nostalgia por la antigua ubicación, un vecino optó por este inteligente mensaje, pleno de ironía, para sugerir que devuelvan el basural a su punto original.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por eso somos tan grandes jajajaj
solo a nosotros se nos ocurre hacer tremenda tesis sobre una bolsa de basura .
un abrazo de un castillense por otros lares

Miguel Olivera