En el informe anterior habiamos visto que los seres humanos tenemos tres aspectos diferentes pero complementarios, que abarcan nuestra totalidad: el físico (cuerpo y órganos), el mental emocional (pensamientos y emociones) y el espiritual (la vida).
La armonía y la plenitud dependen del buen cuidado de estos tres aspectos, una correcta alimentación, pensamientos, hábitos y actitudes correctas y positivas, emociones saludables, tener un objetivo claro y definido en la vida, sentirse feliz. Cuando falla alguno de estos parámetros el equilibrio se rompe y sobrevienen los problemas, crisis, y porque no, las enfermedades.
Cuando observamos el funcionamiento del Universo, descubrimos que existen leyes establecidas, una sabiduría infinita que hace que todo funcione según sus reglas, dejando incluso que el caos se transforme en orden. Las mismas leyes que gobiernan el cosmos, también están presentes en nuestro cuerpo. La luz, la gravedad y otros principios son de por sí, inteligencia e información, que combinadas adecuadamente (y sólo con la fórmula del Creador), hacen de que todo lo que existe en el Universo (incluído nosotros) puedan crearse, sostenerse, destruírse y vuelto a crear, en distintas manifestaciones o vibraciones de energía.
Todo es energía, un campo infinito de energía y de probabilidades sometido a la inteligencia Universal que lo sabe y lo conoce todo. Las distintas vibraciones del campo energético cobran forma según su disposición. Si el campo es mas denso, se transforma en materia; si es mas sutil, en luz. Entre la más densa vibración conocida en la materia, hasta la más alta frecuencia luminosa, existe un rango enorme y sumamente rico de experiencias. Pero todo puede resumirse en una cosa: la energía.
Nuestro cuerpo es energía, nuestros pensamientos y emociones también; las experiencias que conservamos en nuestra mente se transorman en energía, lo que comemos también. La vida es energía, nada escapa a este concepto. Al ingerir una manzana (que es energía), se metaboliza en nuestro cuerpo (también energía) transformándose en energía. A la vez estamos expresando pensamientos y emociones (energía) al llevar a cabo este acto. De la calidad de esta suma de energías depende el resultado que estamos buscando: la plenitud y la armonía. Si en lugar de una manzana fuese otro el alimento, el resultado sería distinto, puesto que la energía es diferente. Si la calidad de los alimentos que ingerimos, la calidad de pensamientos y emociones que manejamos fueran los correctos, el resultado sería entrar en el orden y equilibrio universal ya establecidos por esa inteligencia superior para ese nivel de energía. Una desviación de los parámetros establecidos cambiará indefectiblemente el resultado. Cada uno de nosotros es el resultado final de su estilo de vida, alimentación, pensamientos, costumbres, etc. Si supimos seguir a la naturaleza, los tres aspectos del ser estaran en equilibrio y armonía, puesto que la naturaleza es sabia por sí misma. Si no lo hemos hecho, estaremos alterando ese orden pre-establecido para nuestra especie, que la inteligencia universal ha grabado en nuestro ADN. Por suerte, siempre estamos a tiempo de corregir.
por + info sobre las actividades de Mario: www.vivirreiki.blogspot.com
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