Se nos va el año, nomás. Se fue rapidísimo. Yo soy un convencido de que la Tierra gira alrededor del Sol cada vez más rápido. ¡No puede ser que cada vez parezca que los años duran menos, caramba!
Bueno, como sea nos tomamos ayer un día de trabajo “normal”, seguramente el último hasta marzo. O sea, normal con ese ritmo que nos gusta, despacito, sin apuros… Y nos fuimos al Polonio, como usted que es un observador agudo habrá notado por los servicios que recomendamos debajo de esta nota.
Pero más allá de recomendaciones... ¡Qué lindo está el Cabo! Ya con un movimiento considerable de gente, muchos extranjeros hablando de formas extrañas (belgas, alemanes, suecos por mencionar sólo a los que yo conocí o ya conocía) pero sin mostrar todavía la locura de enero y febrero. La colonia de lobos marinos detrás del faro estaba particularmente poblada...
Eso sí: nos tocó una noche increíblemente fría. Pero no importó mucho; pasamos un día lindísimo en compañía del Pancho Lujambio y su familia, anfitriones de primera, y con Frans y Elin, de Suecia, charlando al paso de los 12 segundos de oscuridad que contaba (cantaba) Drexler.
Lo dicho: el último respiro antes de entrar en el vértigo de las vacaciones. Digo, de sus vacaciones. Pero mientras tanto... ¡qué lindo está el Cabo! Si viene a Aguas, aproveche y dése una vuelta. Y no diga que no le avisamos.
martes, 30 de diciembre de 2008
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